lunes, 28 de abril de 2008

ULTIMO ROUND DEL CASO NOBLE



Por Pablo Llonto


En pocas semanas más los argentinos sabremos si el Grupo Clarín es tan poderoso como lo anunciaban aquellas proféticas palabras de uno de sus dueños: “nadie puede gobernar la Argentina con Clarín en contra”.

El procurador general de la Nación, el chaqueño Esteban Justo Antonio Righi, 68 años, y hombre siempre bien tratado por el diario de la cornetita, deberá demostrar si el gobierno le teme o no al multimedio más poderoso de América Latina.

Righi tendrá en sus manos el súper caliente expediente “Noble Marcela/Noble Felipe” en que se investiga si los dos hijos adoptados por Ernestina Herrera de Noble, la dueña de Clarín, son hijos de desaparecidos en la última dictadura militar.
El dictamen de Righi tendrá influencia enorme en la decisión que luego deberán tomar los confundidos miembros de la Corte Suprema de Justicia, quienes en los últimos meses han pendulado entre el ego de considerarse las únicas personas que tienen facultades para juzgar en la Argentina (fallos a favor de genocidas como Bussi y Patti) y los cobardes pronunciamientos a favor de quienes más tienen (anteriores sentencias a favor de la impunidad de la señora de Noble).
El último ejemplar de la revista Noticias contiene una nota de análisis sobre el conflicto gobierno-Clarín y señala que Cristina Kirchner está dispuesta a ir a fondo con la causa de “los hijos de la Noble”. De ser cierta esta apreciación del semanario de Fontevecchia, Righi se pronunciará a favor de la sensatez. Traducción: el representante del Estado debería decir algo que gran parte de la sociedad espera. Que la justicia deje de tratar a la dueña de Clarín como a una reina con fueros eternos y la juzgue como a cualquier ciudadana de nuestro país.

Desde diciembre de 2002, cuando Ernestina de Noble fue a parar a una prisión VIP por tres días y unas horas, la posición de Clarín en este caso fue una orden a los jueces: “de ninguna manera Marcela y Felipe aceptarán la extracción de sangre”. Que una cuestión secundaria (la formalidad de extraer sangre) lleve ¡seis años de discusión en la justicia! es la más clara muestra del peso de Clarín y los suyos en el Poder Judicial. En diversos comentarios ante colegas del exterior, la sorpresa ganaba el rostro de los visitantes: “¿seis años para decidir si se tienen que pinchar el brazo?”
Destronado Marquevich, el juez federal que se atrevió a detener a La Señora imputándole la comisión de dos adopciones truchas en 1976, Clarín puso toda su maquinaria en acción para lograr que el expediente durmiera en cada una de las instancias que recorría. La estrategia de Clarín —no estaba escrito, pero se leía en los ojos de sus abogados—: “demorar, patear la pelota, hasta lograr que los años pasen y la señora fallezca, sin condena”. Ernestina tiene 83 años.

Todo indica que ha llegado el momento del último round. Que nuestra sociedad no sepa demasiado del caso más emblemático de jueces arrodillados frente al poder económico no ha sido culpa del Grupo Clarín solamente. Medios poderosos, medianos, pequeños, estatales; periodistas famosos, académicos, desfachatados, rebeldes. Todos guardaron silencio sobre “el caso Noble” en los últimos años. Clara muestra de una ley mordaza que se basa en la cobardía. Ahora, tal como sucediera con el caso Timerman en la dictadura, no hay más escapatoria. Por sí o por no, un pronunciamiento se aproxima.

Para los incrédulos, están abiertas las puertas del Casino. La cambiante Argentina permite que estos asuntos hoy se jueguen como en las máquinas tragamonedas.

jueves, 24 de abril de 2008

HONRAR LA VILLA


Crónica de un proyecto literario que recupera la voz de la marginación



Chicos y chicas de la Villa Carcova escribieron un libro con cuentos que narran sus días en ese barrio de la periferia bonaerense.


Por Alejandro Haddad


La Villa
No es fácil vivir en la villa. La villa duele. Duele cuando el frío informa que no hay abrigo y duele cuando el calor recuerda que no hay agua. La villa duele cuando el barro moldea los pies descalzos y la lluvia cala en los huesos. Ser portador de villa es una patología difícil de sanar.Entonces, ¿cómo hacer para que chicos y chicas de una villa, digan que su barrio no es una expresión de dolor sino un lugar de vida? Para ellas la respuesta fue muy sencilla: diciéndolo. Poner en palabras los sentimientos, las alegrías y tristezas y pasiones y deseos. Que esas chicas y esos chicos sean su propia voz.

Así es que de la mano de ellas nació el proyecto de escribir un libro. ¿Por qué no? Pibes de doce, trece, catorce años poniendo en sus labios su propia voz. Ellas se llaman Claudia Szelubsky y Miriam Abálsamo, profesora de literatura y preceptora respectivamente. Sí, preceptora. Porque si es que hay que cambiar los paradigmas, revertir el aplastamiento de los prejuicios, la preceptora no hace trabajo de espía sino de colaboradora. En lugar de perseguir, acompañar. Así lo entendió Miriam y así lo hizo.


El proyecto


“Cuando le comenté la idea de que los chicos escribieran cuentos sobre el barrio, ella se enganchó enseguida”, dice Claudia. Para rematar Miriam agrega: “de entrada pensamos que esto iba a terminar en un libro. A lo mejor, un poco inconciente de nuestra parte, pero salió”. Profesora y preceptora idearon un libro de escritores que aún no se habían enfrentado a ese desafío en su vida. Un libro por hacer comenzando por quienes lo iban a escribir. En la ESB Nº 40 de José León Suárez (Partido de San Martín), el proyecto cayó como cualquier otro proyecto. Para los estudiantes de esa Escuela de la Carcova, el proyecto fue una experiencia que los colocaría por primera vez en primera persona.

Ellas asumen un pensamiento que las describe de mente entera: “Creemos que muchas veces, cuando está en manos de algunos, de unos pocos, la palabra se transforma en muro, en frontera. Pero si logramos que los callados, los silenciosos, los marginados, se la apropien, entonces tiene el maravillosos poder de crear lazos”. Así dan comienzo a una explicación por si acaso fuese necesaria.

La voz de los chicos y chicas comenta que a veces trabajaron en grupo, y otras de manera individual. Que si era en grupo había debates. “Charlábamos bastante hasta que decidíamos”, dice Gisela. “Nosotras nos dividimos en dos grupos. Nos tuvimos que dividir dos chicas en uno y dos en otro” comenta Soledad, ya que, “sino, no podíamos trabajar de las discusiones”. Y así fue saliendo. Entre idas y vueltas la experiencia de trabajar colectivamente fue lo que más gustó. “A veces la seño nos daba hacer de tarea, entonces nos juntábamos en la casa de alguna de nosotras para escribir”. Escribir. Que el papel sea testigo y portador de las voces que no tienen cabida.

La profesora Claudia aclara que “la única consigna que tenían que cumplir, era que todas las historias tenían que suceder acá en el barrio. Después, podían escribir de lo que quisiesen, del tema que se les ocurriera. Y no estaban obligados”, remarca. “El que quería, escribía, y el que no, no. Sin nota, ni nada. Libre”.


Corcoveando con Osvaldo Bayer


Así fue naciendo un nuevo verbo que la Real Academia se lo pierde por ser real y no realista. Así nació “Carcoveando, cuentos de la villa”.

Miriam cuenta que estuvieron pululando con los cuentos por distintas partes. Que, a veces, recibían los cuentos, pero que las voces de esos autores y autoras debían estar acompañadas de un estudio pedagógico. Los pobres como objeto de estudio. “Pero nosotras lo que queríamos era que el libro salga tal cual lo escribieron ellos. Ellos son los autores.” Miriam explica las peripecias con cierto tono de indignación y un leve suspiro que deja oír una voz conmovida. “En eso, un amigo nos pasa el dato de Osvaldo Bayer. Le escribimos un mail. Nos responde muy amablemente ofreciéndose para colaborar. Un día viene a dar una charla a un teatro de San Martín. Entonces fuimos a escucharlo. Lo esperamos afuera, y cuando salió, lo encaramos”. Miriam recita la anécdota con una gran habilidad mímica.


—Hola Osvaldo, nosotras somos las maestras de Carcova.

— ¡Ah, qué bien...!

—Le mandamos unos cuentos, ¿se acuerda?


Pasaron tres meses hasta que la insistencia de las docentes pasó por los centenares de correos que recibe Bayer en su casilla y llegó a los ojos de Bayer. Osvaldo leyó esos cuentos involuntariamente postergados a causa de otros compromisos, y respondió: quédense tranquilas, yo escribo el prólogo. Al día siguiente el prólogo estaba listo.Entonces la noticia viaja al barrio con la velocidad del entusiasmo. “¡Osvaldo Bayer escribió el prólogo para el libro!” Entonces la pregunta: ¿quién es Osvaldo Bayer? Uno dice con su más fiel sinceridad que no sabe. Otro dice que debe ser una buena persona. Otro un poco más arriesgado asegura que es un escritor alemán, que eso le contó la maestra. Todos coinciden en que, si lo ven, le van a agradecer mucho por el gesto.


El libro


Finalmente, el proyecto que pululó por distintos rincones, comenzó a tener un auge impensado. El abrazo de Bayer, que impregnó con su aroma literario los relatos de la villa, abrió puertas que parecían trancadas. Así llegó una ONG que pondrá el dinero para la edición, y la editorial que lo imprimirá para llevarlo a la feria del libro.

El libro es una verdadera asamblea de sentimientos, inquietudes, nostalgias, alegrías, deseos, proyectos.

Pero mejor que diga Osvaldo de qué se trata esta aventura de salirse del molde impuesto, de la palabra negada.

“…viajará el lector. Entre realidades y sueños. Un mundo: pleno de ansias. Me detendría en cada cuento, en cada relato, en cada crónica. De caballos, de niños que se convierten en peludos y de nenas que de noche se vuelven brujas, estallan en carcajadas y se transforman en pájaros, de cofres con tesoros de monedas de oro que salvan para siempre al barrio, de gauchitos giles o no tanto. Y de pronto, Matías llega a presidente de la República y se dedica a arreglar las escuelas de las villas, trae médicos, impide la basura. Elimina ‘la corrupción política’. No permitirá que se tiren más perros muertos al zanjón, ayudará a los cartoneros, y dará medios a los matrimonios para que puedan comprar pañales a sus bebés”.


Artistas


No son ganadores de nada. No compitieron. Trabajaron en el mismo ámbito hostil en el que viven. Allí se hicieron escritoras y escritores. Se vieron en el rostro de sus compañeros como en un espejo que devuelve una imagen exacta. Empuñaron su garganta y salieron a ponerle labios a las palabras de su corazón. Así se ganan la vida, haciéndola a diario. Así es que supieron del valor transformador de la palabra. Así es que cotidianamente honran la villa.

Así es que Carlos escribe en su relato “Pensando” que “me pidieron una reflexión sobre mi escuela, sobre mi barrio. A los 12 años ¿Qué podemos pensar nosotros? Yo digo: tenemos derechos, como muchos chicos, como todos los chicos del mundo”. La reflexión es penosa, cruda. “Me piden que reflexione, pero es triste reflexionar.” Pero Carlos ve a su alrededor, compañeros y compañeras escribiendo sus propias palabras y entonces finaliza con el grito de las madres pidiendo “¡Una escuela mejor! ¡Un nombre! ¡Por favor! ¡Una identidad!”

Identidad. Nada menos. Nada más.


El barrio no podría tener un nombre más apropiado que “La Carcova”. A lo mejor, el autor del cuadro “Sin pan y sin trabajo”, estaría gustoso en salirse del Museo de Bellas Artes para dar una vuelta por la escuela y charlar con esos chicos. Ese obrero corriendo la cortina de la ventana, viendo a través de ella una fábrica cuya chimenea ya no humea. Una mujer desgreñada cobijando un bebé. Una mesa vacía y herramientas ociosas. Esa pintura de Ernesto de La Cárcova que se parece tanto a los habitantes del barrio que lo lleva por nombre.

Unos caminan desde la otra punta, donde ni la propia villa se acuerda de que existe esa parte de su cuerpo. Sin embargo las maestras sí.

Otras vienen con sus miradas enamoradas, con la piel raspada de las caricias que parecen golpes. Pero que las maestras saben curar.

Unos y otras se juntaron a dejar de ser de la otra punta y de una piel maltratada.

Rodolfo cree que artistas son quienes “tienen plata, son famosos y tienen mucha plata porque son famosos”. César dice que escribir cuentos “estaba bueno porque no te ponían nota. Entonces hacías lo que querías, escribías sobre lo que querías”. De una manera o de otra, entre aquello que siempre fue visto desde lejos como inalcanzable, y aquello que se ha convertido en realidad a fuerza de trabajo, van diciendo qué es ser artista para ellos y ellas que, sin pensarlo demasiado, ya lo son.

martes, 22 de abril de 2008

DELITOS DE LESA HUMANIDAD EN MAR DEL PLATA

Por Carlos A. Bozzi

En un extenso y fundado fallo, el Tribunal Oral Federal en lo Criminal d la Ciudad de Mar del Plata, dictaminó que los asesinatos cometidos en esa ciudad por la llamada “Concentración Nacional Universitaria” (CNU) en la década de los años 70, deben ser considerados delitos de lesa humanidad.Por primera vez en su historia, la Justicia local resume detalladamente las andanzas de este grupo de civiles, de signo paramilitar, que asoló la ciudad desde aquél fatídico lunes 6 de diciembre de1971, cuando irrumpiendo violentamente en el Aula Magna de la Universidad Provincial de Mar del Plata, asesinó a la joven Silvia María Filler mientras participaba de una asamblea estudiantil.Según recuerdan algunos, esta agrupación había nacido en la ciudad de La Plata en 1967 bajo inspiración del filólogo tradicionalista Carlos Disandro, docente de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata, con una orientación nacional-falangista, reivindicándose como auténticamente peronista. Dos años más tarde se organizó en Mar del Plata, conformada en su mayoría por estudiantes de la Facultad de Derecho, dependiente de la Universidad Católica de Mar del Plata. Otras voces, en cambio aseguran que realmente la CNU nació y se conformó íntegramente en la ciudad balnearia, con posteriores lazos de unión en la CGT local en la conducción misma del Partido Justicialista y en varios sindicatos afines al peronismo de derecha. A partir de fines de 1973 participó no solo en la luchas internas del peronismo, sino también en la pelea del peronismo ortodoxo contra agrupaciones y militantes de la izquierda socialista, según sea la ciudad en donde desarrollara su actividad. Así en La Plata el 5 de diciembre de 1975 asesina a 8 jóvenes integrantes del Partido Socialista de los Trabajadores que habían participado en una huelga fabril. También operó en Bahía Blanca, junto a sectores de las “Tres A”, bajo la cobertura de las autoridades de la Universidad del Sur.En Mar del Plata, su accionar violento se dirigió casi exclusivamente contra los sectores de la Juventud Peronista (JP) y de la Juventud Universitaria Peronista (JUP), siendo responsable de numerosos asesinatos aún impunes, que precisamente esta sentencia ordena investigar, desempolvando antiguos pero no menos valiosos expedientes judiciales, que la justicia local -federal y provincial-llamativamente archivó a poco de suceder cada hecho.La aparente excusa que dio origen a tantos homicidios resultó ser el asesinato del abogado Ernesto Piantoni, jefe político de la organización, ocurrido el 21 de marzo de 1975 y que ningún grupo armado se adjudicó en ese momento.Sin embargo en un reciente proyecto de ley, presentado por la diputada nacional Nora Raquel Ginzburg, que procura se indemnice a los “Causa habientes de personas fallecidas por el accionar de grupos terroristas subversivos en el período 1960-1989“, se dice: “La revista Estrella Roja Número 52, órgano del PRT-ERP, de fecha 9 de abril, adjudica el hecho a Montoneros”. De paso, es interesante acceder a este proyecto de ley, pues en el mismo existen una cantidad enorme de datos, difíciles de recopilar exclusivamente para la ocasión de una simple tarea legislativa.En cuanto a su entrenamiento militar, algunos también recuerdan en los años 75, el paso por Mar del Plata de Santiago Cruciani, suboficial del Ejército, quién bajo los alias de “El Tío”, “Mario Mancini” saltó a la fama por ser unos de los más crueles torturadores del Centro Clandestino de Detención “La Escuelita”, dependiente del V Cuerpo de Ejercito con asiento en Bahía Blanca.Posteriormente, cuando Cruciani regresó a Mar del Plata, instaló la “Agencia de Investigaciones y Seguridad Privada” (VIP) con domicilio en la calle 25 de Mayo 3324,continuando su relación con el grupo de la CNU .En dicha agencia supo prestar servicios Eduardo Ullúa, una de las personas mencionadas en el fallo del TOF y que un testigo señala como Jefe del Comando de la CNU en Mar del Plata, bajo la órbita del Destacamento de Inteligencia del Ejército en dicha ciudad. Obviamente a esta persona se le imputan varios homicidios, muchos de ellos a punto de ser esclarecidos por la tarea de este tribunal.En un interesante articulo publicado en la pagina web “Izquierda.Info” titulado “ La Derecha Peronista Marplatense”, Carlos Petroni describe lo siguiente: “La ciudad de Mar del Plata presentó, en relación con lo antedicho, un desarrollo del peronismo de derecha eficazmente articulado, destacándose ante todo su temprana vertebración, incluso durante aquellos períodos cuando desde Madrid el respaldo se dirigía principalmente a las 'formaciones especiales'. A pesar de ello fueron precisamente las tendencias derechistas del peronismo local las que desataron la violencia política dentro del movimiento, teniendo por su parte una responsabilidad mayor en los inicios de la violencia política en Mar del Plata, a través del asesinato de Silvia Filler, estudiante de arquitectura, el 6 de diciembre de 1971... estos grupos se nutrieron principalmente de dos sectores sociales: estudiantes y profesionales de sectores conservadores de la pequeña burguesía, u obreros cercanos a las tendencias burocráticas del sindicalismo. Mientras que la Concentración Nacionalista Universitaria (CNU), la Juventud Peronista Comando de Organización (CdO), la Alianza Libertadora Nacionalista (ALN), el Sindicato de Abogados Peronistas (SAP) y la Agrupación 'Rojo Punzó'- Movimiento de la Juventud Federal pertenecieron al primer tipo; la Juventud Peronista de Mar del Plata (JP - MdP), la Juventud Sindical Peronista y el Comando Revolucionario de la Juventud Obrera Peronista (CR-JOP) se edificaron desde el ámbito sindical. De todas estas organizaciones la Concentración Nacional Universitaria, fue indudablemente la más importante en la ciudad; no desde su peso en el movimiento de masas, sino principalmente dado su profuso accionar en marcha al ejercicio de la violencia”. Es así que el tribunal mediante la sentencia dictada, decidió reabrir la investigación por los asesinatos de Roberto Alejandro Wilson, Rene Arnaldo Izus, Enrique Elizagaray, Guillermo Enrique Videla, Jorge Enrique Videla, Jorge Lisandro Videla, Bernardo Alberto Goldemberg, Norberto Daniel Gasparri, Jorge Alberto Stoppani, María del Carmen Maggi, Juan José Tortosa, Ricardo Emilio Tortosa, Roberto Héctor Sammartino, Victor Hugo Kein, Jorge Dell Arco, Hilmar Giles, Juan Manuel Crespo y Emilio Azorín, sin perjuicio de continuar con la recepción de pruebas respecto de otros homicidios de los que se pueda tomar conocimiento, considerándolos delitos de lesa humanidad e imprescriptibles. (Nota: Sobre Wilson, ver en esta página web: “De las Tres A al Pozo de Banfield”.)El Tribunal encuentra probado que el grupo aludido actuaba protegido y con la anuencia no solo de las estructuras del Estado Nacional, sino también de integrantes de la Justicia Federal local y de la Universidad Nacional de Mar del Plata, con cobertura de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, de la delegación de la Policía Federal Argentina de la ciudad y del Poder Judicial Provincial , como así también bajo protección de las autoridades militares asentadas en el “Grupo de Artillería de Defensa Aérea”, (Gada 601), que a partir del 28 de octubre de 1975 fue designado cabecera de la Subzona 15, Area 51 y 52 ,dependiente del Primer Cuerpo de Ejercito, Zona I, por lo que existiendo numerosos precedentes judiciales similares, es procedente la persecución penal de los hechos detallados anteriormente.A más de numerosa prueba testimonial, el Tribunal también ha basado su veredicto en informes de inteligencia originados en la Prefectura Naval Argentina, en partes emitidos por la ex Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, en el testimonio de Orestes Estanilao Vaello ante la CONADEP en el año 1984 entre otros, llegando a la conclusión final, que después del 24 de marzo de 1976, muchos de los integrantes de la CNU pasaron a engrosar las filas de los grupos de tareas de la Subzona Militar 15, actuando incluso en la llamada “Noche de las Corbatas”, hecho ocurrido el 6 de julio de 1977. (Nota: Ver en esta pagina web: “La Larga Noche de las Corbatas” ).En forma minuciosa e impecable el Tribunal, integrado por los Jueces Falcone, Portela y Parra, saca a la luz numerosas actuaciones judiciales abiertas con motivo de los asesinatos ocurridos en aquella época, llamativamente cerradas a los pocos días de los hechos sin investigación alguna . Como ejemplo de ello, se puede mencionar el hallazgo del titular registral de uno de los vehículos utilizados en operativos de la CNU. No es un dato menor: treinta años después, en breve tiempo y mediante una prolija requisa, los jueces pudieron probar que el vehículo pertenecía al Sindicato de la Carne y Afines de la Capital Federal, de íntima y estrecha ligazón con la CNU.Estremece el relato que los mismos asesinos difundieron sobre los últimos momentos de la vida de María del Carmen Maggi (imágen que encabeza esta nota), Decana de la Facultad de Humanidades y Secretaría General de la Universidad Católica de Mar del Plata, secuestrada por dicho grupo el 9 de mayo de 1975, mofándose que la joven mártir “los perdonaba porque no sabían lo que hacían”.Quizás, por primera vez en la historia judicial del país, un tribunal argentino considera que el Poder Judicial Federal de aquella época ha incurrido en gravísimas omisiones a la hora de investigar los asesinatos de este grupo paramilitar y reabre la investigación para esclarecerlos. Igualmente, los jueces dejan en claro que no se investiga a las personas por pertenecer a determinada organización sino por los delitos en que habrían participado, bajo el amparo de la protección estatal. Y así dicen en unos de sus párrafos: “Lo expuesto precedentemente resulta perfectamente aplicable a la magnitud, gravedad e impunidad con la cual se condujeron los autores, cómplices y encubridores de los delitos hasta ahora investigados. El avance de la pesquisa seguramente irá aumentando su número, ya que lamentablemente se desconoce la cifra real de las víctimas de las tristemente célebres Triple A y CNU. La acción penal emergente de tales hechos no se encuentra prescripta como erróneamente sostiene el fiscal general, ni tampoco le corresponde ejercerla a este Tribunal como afirma en su dictamen; por el contrario, en nuestro carácter de funcionarios públicos debemos velar por la realización de una exhaustiva investigación de estos hechos lo que hasta ahora, a pesar de haber transcurrido más de treinta años, no se ha efectivizado. La justicia debe abrirse a las víctimas del terrorismo de Estado, no cerrarse... Debe recordarse que la Corte Suprema de Justicia, in re: “Arancibia Clavel” consideró, con apego a la definición mencionada, que formar parte de una agrupación destinada a perseguir opositores políticos, por medio de homicidios, desaparición forzada de personas y tormentos, con la aquiescencia de funcionarios estatales, constituía delito de lesa humanidad y un atentado al derecho de gentes tal como lo prescribe el artículo 118 de la Constitución Nacional”. Es indudable que la “CNU” como brazo colateral de la “Triple A” en Mar del Plata, fue un aparato que actuó bajo la protección estatal y esta resolución, después de muchos años, vuelve a poner las cosas en su lugar, remitiendo toda la documentación recopilada por el Tribunal a la Fiscalía Federal, para que se reabran las causas para juzgar a sus integrantes, investigación de la que sin duda alguna surgirán los nombres de otras víctimas y también los de otros victimarios.
Carlos A. Bozzi
Sobreviviente de “La Noche de las Corbatas”

domingo, 20 de abril de 2008

ACTUALIDAD



UN ESTUDIO MUESTRA QUE LA EXPLOTACION DE CHICOS SE CONCENTRA EN LAS PRODUCCIONES RURALES
El “campo” también significa trabajo infantil
La presencia de niños y púberes en el mundo laboral rural supera por mucho a lo que se ve en las ciudades y lleva a situaciones límites: pibes esclavizados y pibes que hacen de “banderas” para aviones que los fumigan.




Por Mario Wainfeld
“Por la mañana tempranose va el changuito con su papávan rumbeando p’al surcoa pelar cañas del Tucumán.”
Ramón “Palito” Ortega,Changuito cañero


Las escenas imaginables son misceláneas, como lo es el mapa argentino. Desde los chicos o chicas que “dan una mano” a sus padres que trabajan para otro, hasta los que hacen de “banderas humanas” para indicar con su mera presencia cultivos que deben ser fumigados, exponiéndose al consiguiente bombardeo tóxico. Como todo universo social, el del trabajo infantil en el agro no se deja describir con un trazo simple. El promedio, de cualquier manera, es alarmante, es porcentualmente mayor al, ya afrentoso, de los centros urbanos. Decenas (o cientos) de miles de menores trabajando por poco dinero o por ninguno, contrariando las expresas prohibiciones legales. El impacto de esa incursión temprana en sus biografías también es arisco a la simplificación, pero todos los estudios realizados concuerdan en que deteriora su trayectoria educativa y los expone a enfermedades y accidentes, hueros de cobertura asistencial.
La deuda social no es exclusiva del “campo”, pero alcanza registros exorbitantes en un sector que transita una etapa de auge. La sobreexplotación y la violación de normas legales domésticas e internacionales deberían ser un capítulo en las negociaciones entre “el campo” y el Gobierno, amén de formar parte del prometido plan agropecuario. Que se sepa, no está en la mesa en la que se negocian idas y vueltas de miles de millones de dólares.
La ley y la trampa
La Ley de Contrato de Trabajo, en línea con lo que predican organismos internacionales, prohíbe el trabajo infantil, esto es el realizado por menores de 14 años, admitiendo como excepción la actividad en establecimientos familiares, no riesgosa para el menor y controlada por la autoridad pública. El “trabajo adolescente” (14 a 17 años) está regulado, limitado en la cantidad de horas laborables y prohibiendo el trabajo nocturno. Esas disposiciones, muy básicas, son burladas todos los días.
No es sencillo el recuento: la ilegalidad no se ostenta ni se deja medir, como regla. El trabajo infantil, por añadidura, se invisibiliza o naturaliza en muchas comunidades, a fuerza de necesidad o de repetición.
El esfuerzo más riguroso para medir la magnitud del trabajo infantil es la Encuesta de actividades de niños, niñas y adolescentes (Eanna) realizada en órbita del Ministerio de Trabajo, con cooperación del Indec en el año 2004. La consulta no abarcó toda la Argentina, pero sí territorios que representan al cincuenta por ciento de su población, discriminados en cuatro informes: Gran Buenos Aires, Mendoza, un agregado de Jujuy, Salta y Tucumán (NOA), más uno de Chaco y Formosa (NEA).
Los guarismos se consiguen cruzando datos, algunos emanados de otras mediciones (la Encuesta Permanente de Hogares, los censos), referidos a ingresos, asistencia escolar, experiencias previas. El saldo es siempre aproximativo: los censos de población (que consultan sólo sobre el trabajo desplegado la semana anterior al relevamiento) subestiman la magnitud del trabajo infantil. Otro tipo de estudios puede sobreponderarla.
Changuitos
La informalidad está muy propagada en “el campo” (ver nota aparte), con el consiguiente agravamiento de la desprotección frente al deterioro de la salud y a los accidentes laborales.
Según un profundo estudio cualitativo realizado por la investigadora Susana Aparicio (ver asimismo nota aparte), basado en los datos de la Eanna y del Ministerio de Trabajo, el trabajo infantil rural en tareas dirigidas al mercado (esto es, excluyendo el realizado en familia con fines de autoconsumo) alcanza las siguientes marcas:
Menores de 5 a 9 años: 13,3 por ciento.
De 10 a 13 años: 29,6 por ciento.
Es decir, más de uno de cada diez chicos en condición de cursar los primeros grados de la escuela primaria trabaja en abierta violación legal. La cifra duplica largamente al porcentual similar en zonas urbanas, que es el 6 por ciento.
La proporción se dispara entre los 10 y los 13 años. La brecha con los menores de igual edad que labora en centros urbanos (22,3 por ciento) es sensiblemente menor. Pero la cifra es brutal, casi tres chicos de cada diez realizan trabajo infantil en tareas agropecuarias
Impactos
Hagamos un paneo, incompleto y a vuelo de pájaro, de algunas consecuencias palpables del trabajo infantil registradas por la Eanna.
n Los registros de ausentismo, llegadas tarde, repitencia y abandono de la escuela de los chicos que realizan trabajo infantil (en este caso computando áreas rurales y urbanas) duplica al de sus pares que no laboran. Las familias, haciendo lo que pueden, a veces apelan a atajos muy contraindicados, como enviar a la escuela nocturna a chicos que trabajan durante el día.
- En algunas actividades, por ejemplo, la vinculada al cultivo y recolección del limón en Tucumán, el período de trabajo se superpone al año lectivo, con las consecuencias imaginables.
- La “dedicación horaria” de chicos de 9 a 13 años trepa a un promedio de siete horas por día, llegando a diez horas en uno de cada diez casos. O sea, jornadas similares a la de los adultos. La mayor sobrecarga horaria ocurre en actividades agropecuarias.
- Bastante más de la mitad de los chicos (el 62 por ciento) recibe retribución en dinero, el promedio mensual en 2004 era de 21,60 pesos.
- La iniciación laboral, en promedio, ocurre a los nueve años. En los medios rurales es aún más precoz: un año antes, como promedio.
Nuevamente, hablamos de algo prohibido.
Casos
El Registro Nacional de Trabajadores Rurales y Empleadores (Renatre), destinado a dar cuenta de los trabajadores formalizados y promover el blanqueo de los informales, casi por definición, no puede dar cuenta del opaco mundo del trabajo infantil.
Algunas de las labores que emprenden los chicos son sencillas y hasta podrían ser a primera vista conmovedoras, en la línea del mensaje de la canción de Palito que sirve de epígrafe a esta nota. También hay muchas situaciones en la que es difícil deslindar las tareas domésticas intensas, de las dedicadas al autoconsumo del trabajo infantil propiamente dicho. Otras acrecientan el riesgo como son en general las labores a cielo abierto, expuestas a lesiones, mordeduras de animales y derivaciones de las contingencias climáticas.
Un ejemplo atroz se difundió el jueves, en este mismo diario. Un proveedor mayorista de huevos de Capilla del Señor que mantenía a alrededor de treinta personas, veinte de ellos niños, en situación de servidumbre. Jornadas laborales de 14 horas, paga “por familia” de alrededor de 800 pesos mensuales.
Otro que tuvo gran repercusión mediática que fue suministrado por la ONG Pelota de Trapo y refrescado por Susana Aparicio es el de los “jóvenes bandera”. No ocurre en las zonas más castigadas, sino en la Pampa húmeda y en grandes establecimientos. Consiste en conchabar adolescentes o niños para señalizar, durante horas, el lugar que debe fumigarse. El estipendio es bajo, la tarea es sencilla, la exposición a la acción de pesticidas, innegable. El hecho fue denunciado por la ONG Pelota de Trapo en repetidas oportunidades.
Cierto es que hay ejemplos confortantes, en sentido inverso. Uno de los más difundidos es de la cooperativa de pequeños agricultores misioneros que produce la yerba Titrayjú (apócope de Tierra, trabajo y justicia) en condiciones de trabajo decente y consumo responsable, sin emplear ilegalmente a menores y pagando iguales sueldos a hombres y mujeres.
Excusas
Como también pasa con el trabajo “en negro”, una realidad ilícita y perversa es validada o minimizada a través discursos justificatorios, casi siempre emitidos en voz baja. Suelen combinar un tono pietista o paternalista que encubre la aceptación del capitalismo extremo. “Mejor eso que no trabajar, mejor eso que el hambre, mejor que la marginalidad.”
En verdad, se trata de la violación de derechos básicos de quienes, en tiempos remotos, fueron definidos como “los únicos privilegiados”. Bonito tema para discutir en el paquete del plan agropecuario si sus partes quieren, de veras, pensar en un país en serio.