A 25 años de la guerra con Inglaterra
En el 25 aniversario de la guerra de las Malvinas, los argentinos prefieren dejar para la historia el recuerdo de este conflicto, al que inevitablemente ligan con la sangrienta dictadura militar que lo desencadenó.
Pocos confían que el país recupere alguna vez su soberanía sobre el archipiélago.
Hace 25 años miles de ciudadanos salieron a las calles de todo el país agitando banderas argentinas en apoyo a la operación militar lanzada el 2 de abril de 1982 por el dictador Leopoldo Galtieri para recuperar las Islas Malvinas, que los británicos llaman Falkland.
Los argentinos ven la guerra como algo lejano, pero con ciertas certezas. Está claro que el conflicto perjudicó de una manera probablemente irreparable el camino hacia un efectivo ejercicio de la soberanía y que ninguna decisión de una dictadura como la que padecimos puede encaminarse hacia el bien común.
Incapaz de silenciar la ola de denuncias por violaciones a los derechos humanos y agobiado por la crisis económica y las diferencias internas en el alto mando de las Fuerzas Armadas, el último régimen militar que gobernó el país vio en la recuperación de Malvinas su última carta salvadora para perpetuarse en el poder.
Los argentinos despertaron aquel 2 de abril con música folklórica y marchas marciales que sonaban sin parar en las radios, sólo interrumpidas por comunicados oficiales que anunciaban la recuperación de las islas usurpadas por los "piratas ingleses".
Una oleada nacionalista se apoderó de la población, que salió masivamente a las calles con banderas celestes y blancas. En Buenos Aires, miles colmaron la histórica Plaza de Mayo y victorearon al dictador Galtieri, que cual líder populista se asomó al balcón de la Casa de Gobierno a saludar a la multitud. Gran parte de la dirigencia política de entonces dio su apoyo, mientras las voces contrarias fueron acalladas por una férrea censura.
La reacción popular fue alentada en parte por "una feroz campaña de los medios masivos de comunicación" controlados por el régimen, pero también respondió a que Malvinas "siempre fue un tema muy sensible para los argentinos, que se instala en los colegios desde la más tierna infancia". El archipiélago fue ocupado en 1833 por Gran Bretaña.
El fervor se fue apagando con el correr de los días a medida que las informaciones que lograban traspasar a cuentagotas el cerco impuesto por la dictadura daban cuenta del fracaso en el campo de batalla. La rendición argentina se produjo el 14 de junio de 1982, hecho que sentenció a muerte al gobierno de facto.
Tras el retorno de la democracia en 1983, un manto de olvido cubrió la guerra, en la que murieron 649 soldados argentinos.
En el 25 aniversario de la guerra de las Malvinas, los argentinos prefieren dejar para la historia el recuerdo de este conflicto, al que inevitablemente ligan con la sangrienta dictadura militar que lo desencadenó.
Pocos confían que el país recupere alguna vez su soberanía sobre el archipiélago.
Hace 25 años miles de ciudadanos salieron a las calles de todo el país agitando banderas argentinas en apoyo a la operación militar lanzada el 2 de abril de 1982 por el dictador Leopoldo Galtieri para recuperar las Islas Malvinas, que los británicos llaman Falkland.
Los argentinos ven la guerra como algo lejano, pero con ciertas certezas. Está claro que el conflicto perjudicó de una manera probablemente irreparable el camino hacia un efectivo ejercicio de la soberanía y que ninguna decisión de una dictadura como la que padecimos puede encaminarse hacia el bien común.
Incapaz de silenciar la ola de denuncias por violaciones a los derechos humanos y agobiado por la crisis económica y las diferencias internas en el alto mando de las Fuerzas Armadas, el último régimen militar que gobernó el país vio en la recuperación de Malvinas su última carta salvadora para perpetuarse en el poder.
Los argentinos despertaron aquel 2 de abril con música folklórica y marchas marciales que sonaban sin parar en las radios, sólo interrumpidas por comunicados oficiales que anunciaban la recuperación de las islas usurpadas por los "piratas ingleses".
Una oleada nacionalista se apoderó de la población, que salió masivamente a las calles con banderas celestes y blancas. En Buenos Aires, miles colmaron la histórica Plaza de Mayo y victorearon al dictador Galtieri, que cual líder populista se asomó al balcón de la Casa de Gobierno a saludar a la multitud. Gran parte de la dirigencia política de entonces dio su apoyo, mientras las voces contrarias fueron acalladas por una férrea censura.
La reacción popular fue alentada en parte por "una feroz campaña de los medios masivos de comunicación" controlados por el régimen, pero también respondió a que Malvinas "siempre fue un tema muy sensible para los argentinos, que se instala en los colegios desde la más tierna infancia". El archipiélago fue ocupado en 1833 por Gran Bretaña.
El fervor se fue apagando con el correr de los días a medida que las informaciones que lograban traspasar a cuentagotas el cerco impuesto por la dictadura daban cuenta del fracaso en el campo de batalla. La rendición argentina se produjo el 14 de junio de 1982, hecho que sentenció a muerte al gobierno de facto.
Tras el retorno de la democracia en 1983, un manto de olvido cubrió la guerra, en la que murieron 649 soldados argentinos.
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